Después de siete años de seguimiento casi religioso creo que por primera en estos últimos meses soy consciente de que Lost está a punto de terminarse. Sus dos últimos episodios han puesto la serie justo al borde de un final que será histórico por la repercusión mediática que tendrá éste a nivel mundial. A partir del próximo día 23 los cimientos de la televisión y la blogosfera seriéfila vivirán un cataclismo de proporciones inimaginables, porque como suele ocurrir en este tipo de acontecimientos de tal magnitud inevitablemente su cierre no dejará satisfecho a todo el mundo. Por mi parte solo espero estar entre los privilegiados que lo disfruten al máximo y lo despidan por todo lo alto con un adiós tan triste como plenamente satisfactorio. Esta vez voy a ir directamente a esos dos capítulos pre-final (divididos en esta ocasión en dos entregas) pues la cosa no está para introducciones innecesariamente extensas. Ya tendremos tiempo de elucubrar y teorizar sobre la serie por el resto de nuestros días……
“Across the sea” es un episodio crucial para entender el epicentro de la historia de la isla. Sé que prometía ser un autentico manantial de respuestas y aunque para mí lo fue mucha gente quedó decepcionada porque las soluciones argumentales propuestas no se adaptaron especialmente a las expectativas creadas durante tanto tiempo. Dejando esta cuestión a un lado (en este caso para mí la menos importante), “Across the sea” es un estupendo episodio mitológico porque la historia de estos tres semi-dioses es tan humana y emocional como cualquiera de las tramas mostradas a lo largo de la serie. Los personajes vuelven a ser el alma de Lost y lo que sienten cada uno de ellos con respecto a la situación que están viviendo se convierte una vez más en lo realmente importante del capítulo. Siendo un episodio mitológico las respuestas pocas veces pueden ser precisas (ya no científicas) y por tanto la imaginación de cada uno es esencial para mantener el misterio a salvo de inevitables decepciones arraigadas en cuestiones puramente racionales. Esa, llámalo luz mágica todopoderosa o devastador electromagnetismo terrestre que hay que salvaguardar de la codicia del hombre, se convierte en un gigantesco macguffin que da sentido a las motivaciones de los personajes, empujando a éstos y a la propia historia hacia una nueva dimensión en cuyo corazón se sigue manteniendo intacta la esencia de la serie.
En cuanto a los errores y virtudes del episodio creo que los primeros apenas interfieren en los segundos. Se ha criticado mucho el uso de la superposición de idiomas al comienzo del episodio y creo que esto es totalmente injusto ya que éste recurso narrativo se ha utilizado muchas veces en la propia serie. Recuerdo a bote pronto algún que otro flashback de Sayid o Ecko donde se comenzaba hablando en el idioma de ese país para luego cambiar al ingles y nadie se llevo las manos a la cabeza entonces. Además recordemos que esta es una serie de un canal generalista en hora de máxima audiencia y no se pueden permitir el lujo de subtitular un episodio entero hablado en un idioma muerto. Otro aspecto muy criticado ha sido la explicación ambigua y casi religiosa de la famosa cueva de la sabiduría. Recordemos que quien la da es una persona de una época histórica muy concreta. Por eso creo que tanto la luz blanca como el electromagnetismo terrestre son dos conceptos completamente compatibles. Tanto la guardiana de “Across the sea” como por ejemplo Faraday tienen razón en sus teorías cada una de ellas anclada en la percepción histórica en la que se hayan. De nuevo la fe y la ciencia se superponen la una a la otra en una lucha de dualidades que acaban por enriquecerse mutuamente en vez de contraponerse como mucha gente se ha empeñado en creer.
Otro aspecto criticado que a mí personalmente me resulta de lo más interesante es el hecho de que el humo negro carezca de un nombre en concreto. Ésta misteriosa decisión unida a ese sexto sentido para conocer el origen de las cosas (que lo hace tan especial), terminan por dotar al personaje de un punto extra de originalidad y fatalismo haciéndolo aún más interesante si cabe. También he podido comprobar que el tema del origen de la rueda ha sido menospreciado por resultar algo inconexo. No creo que haya que darle demasiadas vueltas (nunca mejor dicho) al hecho de preguntarse el por qué en la época Dharma ésta ya estaba totalmente construida. Cualquiera de las personas que llegaron después a la isla pudo terminar el trabajo comenzado por el hombre de negro y hasta me atrevo a vaticinar que este tema pudiera ser primordial en el último episodio que nos queda por ver (por teorizar que no sea). En cuanto a ese último montaje en paralelo en la cueva con los cadáveres de la madre de Jacob y su hermano, no puedo más que decir que me pareció tan mágico como muy probablemente necesario. Recordemos que la mayoría de los seguidores de la serie no repasan los capítulos una y otra vez y no tienen por qué acordarse del descubrimiento de éstos por parte de Jack, Kate y Locke en la primera temporada. Además creo que se hizo con mucho tacto y conecta los dos instantes de una manera muy emocional.
Hasta aquí la primera parte de este post doble, que por razones de espacio (demasiado extenso) y tiempo (no me da tiempo a terminarlo) tendrá su continuación en la publicación de mañana. Disfrutemos de lo poco que nos queda.
Qué interesante post. Llevo días batallando en mi cabeza con un concepto que aprendí en la escuela sobre las diferencias entre realismo mágico y realismo fantástico y llego aquí y veo que tienes una explicación sencilla para esta mezcla que me parecía terrible en el último tramo de Lost: cada generación tiene una forma distinta de explicar lo que sucede; la fe y la ciencia explican lo mismo y complementan la visión del mundo, en vez de anularse entre sí.
ResponderEliminarGRACIAS.
Una de las mejores cosas que ha hecho Lost es darnos los suficientes ingredientes (luz, electromagnetismo, etc.) como para que seamos nosotros mismos los que escojamos la versión que más se adapte a nuestra imaginación. El corazón de la isla inevitablemente tiene que estar por encima de explicaciones evidentes o simplificadas igual que lo están los grandes misterios de la vida.
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