Tercer encuentro sobrenatural.

Acabo de confirmar lo que tanto ansiaba desde que comencé a ver la serie de los hermanos Winchester. Ésta por fin ha dejado de ser un mero (pero siempre estupendo) entretenimiento palomitero, para convertirse finalmente en una muy buena serie de terrorífica fantasía con ráfagas de ingenioso humor sobrenatural. Los Winchester han dado ese paso firme adelante que tanto necesitaba, con unas historias que dejan de ser simpáticos cuentos de terror, siendo éstos más sutiles, menos obvios, e indudablemente mucho más arraigados a su propia mitología, eso sí, utilizando siempre a su favor y como punto de partida toda aquella referencia de género de la que pueda beneficiarse. A esto también habría que sumarle el hecho de que sus personajes principales definitivamente se han acabado convirtiendo en los perfectos anfitriones de una fiesta de sangre, misterio y acción, cuyo resultado final termina cautivando por completo gracias a la desbordante e inquietante química de su relación fraternal, y a unas tramas que terminan por encajar perfectamente con sus personajes, en una simbiosis que va más allá de la simple causa-efecto de este tipo de historias de fantasía y acción. Sin más preámbulos introduzcámonos en las oscuras entrañas de esta tercera temporada de los Winchester. No garantizo que todo el mundo salga con vida…..

Spoilers muy ligeros. Ya desde su primer episodio “Los siete magníficos” a la serie se la ve más incisiva y rotunda conectando de manera majestuosa con el final de su anterior temporada, y presentando con determinación y sobre todo con mucha eficacia las bases de lo que será esta nueva aventura de los Winchester. La aparición de un cuchillo capaz de asesinar a demonios, y especialmente la inquietante aliada que lo porta, son nuevos elementos que enriquecen una historia que ya no parará hasta sacarle todo el jugo a este nuevo punto de partida. Una de las cualidades de esta tercera temporada es la estupenda utilización de los personajes secundarios evidenciando aún más uno de los defectos de sus anteriores entregas. En su máximo exponente nos encontramos con el entrañable y eficaz Bobby Singer, que adquiere mayor importancia en la serie convirtiéndose en uno de esos personajes indispensables con licencia para robar planos y momentos únicos. Por esta razón episodios como el inicial comentado anteriormente, el prácticamente centrado en él “Sueña conmigo”, o la propia finale terminarán por alcanzar altas cotas de grandeza en buena parte gracias a su inestimable presencia.

La progresiva utilización del humor mezclada con el elemento fantástico y de misterio es otro de los elementos característicos de esta tercera temporada. Éste recurso es explotado en su mejor versión en los que posiblemente sean de los mejores episodios vistos hasta el momento. “Un mal día en Black Rock” con una maldición de lo más divertida, unida a la interesante presencia de Bela Talbot (otro de esos personajes secundarios que llegan para enriquecen la historia), y “Los Encarafantasmas” (mi favorito) con la estupenda utilización del docu-triller como base narrativa, nos hacen reír de igual manera que nos inquietan o asustan, mezclando situaciones y géneros con una originalidad pocas veces vista hasta ese momento en la serie. A estos dos sensacionales capítulos también habría que sumarle entre los mejores de la temporada al terrorífico y descorazonador “Sangre fresca”, por lograr llevar un poco más lejos de lo habitual el glamuroso concepto vampírico de siempre. Y por su puesto a esa joyita llamada “Punto misterioso”, deudora directa de esa obra maestra del humor fantástico titulada “Atrapado en el tiempo”, donde un bucle temporal (mil veces visto en pantalla) no tiene por qué convertirse en algo repetitivo y tedioso, sino en todo lo contrario, una fascinante cascada de escenas repetidas cuyo final alcanza cuotas tanto épicas como premonitorias.

Entre lo más flojo de una temporada llena de dinamismo y solidez argumental, podría destacar las discusiones entre los hermanos algo repetitivas y monotemáticas, y quizá también sumarle a esto ese superficial capítulo titulado “Cielo rojo al amanecer”, episodio algo previsible y falto de chispa donde piratas de tiempos lejanos se convierten en unos fantasmas algo torpes que no terminan de seducir como el resto de criaturas sobrenaturales a las que nos tenían acostumbrados. Entre lo más grandioso lo dicho anteriormente y especialmente sus capítulos finales que en este caso adquieren cotas de proporciones bíblicas (nunca mejor dicho). La encarnizada lucha psicológica de los hermanos Winchester por evitar que Dean termine en el infierno los separará inevitablemente en su tramo final en busca de dos soluciones distintas que parecen llevarlos al mismo callejón sin salida. Esta aventura de caminos bifurcados los acabará enfrentando a un demonio muy poderoso, angelical y maligno, terminando por dejar la temporada en la cresta de una ola, que llena de acción trepidante y emociones fuertes, acabará por cerrar el relato con un “pedazo” de Cliffhanger perteneciente ya al Olimpo de los finales de temporada catódicos.

En resumen, una temporada más madura y genuina que alcanza el grado de solidez que requería, y cuyas tramas a partir de aquí prometen llevarnos a una dimensión diferente y desconocida del entretenimiento y la diversión.