jueves, 17 de mayo de 2012

Los milagros de Torchwood.


Qué mal le ha sentado a Torchwood americanizarse. A más presupuesto, menos agudeza narrativa. A más episodios, menos intensidad emocional. A más alcance publicitario, menos calado. Pero no nos pasemos de listos y de pesimistas, que entretenida ha sido un rato.

Para empezar no es que Torchwood haya sido siempre la quinta esencia de las series en su género.

La primera temporada se movió entre la vergüenza ajena, la ida de olla con cierta gracia, y la buena ciencia ficción de toda la vida. La segunda subió el envite, y aunque tiene episodios realmente buenos (recuerdo alguno incluso grandioso), tampoco acabó de firmar una temporada redonda que la pusiera en el punto de mira de todo fan de la ciencia ficción.

Ahora bien, con la tercera la clavaron. En este caso viene que ni pintado ese refrán que dice “a la tercera va la vencida”, ¡Y vaya si lo fue! El tercer relato se podría decir que es una miniserie de seis episodios de lo mejor que ha dado la ciencia ficción en la pequeña pantalla en los últimos años. Por ello, y sumando el hecho de que la cadena americana Starz estuviera coproduciendo el nuevo proyecto (con la pasta y la notoriedad que eso supone), hizo que a esta cuarta se la estuviera esperando como agua de Mayo.

Pero no llovió como se esperaba...