Empecemos por lo peor de la serie. Siempre he odiado esa horrible cabecera con esa desagradable canción chillona. ¡Ala! ya lo he dicho. Una vez quitado ese peso de encima todo lo que tengo que decir a continuación son sensaciones, posibles elogios encubiertos o no, y alabanzas veladas o intrascendentes hacia una de las mejores series de televisión que han pasado por nuestras pantallas y ojos. Vayamos con ello.
Ponerme con The Shield fue una de esas decisiones que uno toma casi por obligación seriéfila (es una de las obras cumbres de la pequeña pantalla, y siempre está en lo más alto, en la oscuridad, de cualquier lista seriéfila que se precie), así cualquiera dice que no. Hasta aquí lo más complicado. Una vez te has remangado los prejuicios, te has protegido las retinas contra imágenes y sensaciones indeseadas, y estás dispuesto a mancharte hasta las entrañas, lo demás será muy fácil. Ponte su impactante piloto, prepara y relaja tu deseo de salir huyendo de lo que será un viaje movidito, y déjate arrastrar por una serie de personajes que seguro te llevarán al lado más oscuro del alma humana. Si ya has entrado, y estás dispuesto a continuar hasta el final, ya está todo hecho. Con un poco de suerte The Shield ya estará en tus venas recorriendo tu cuerpo hacia los lugares más adictivos de tu organismo…