lunes, 4 de enero de 2010

Big Love: Ese gran amor que se desarma.

Tras terminar hace un par de semanas la tercera temporada de Big Love, yo y mis tres esposas nos disponemos a comentar nuestras diferentes impresiones, sobre la que es última joya oculta de la cadena HBO. Mi primera mujer Bárbara se durmió en el tercer capítulo, y se despertó con el final, así que su opinión mejor la dejaremos a un lado. Mi segunda esposa Vicky se atragantó con las uvas y me abandono por un médico guaperas, otra opinión menos. Y mi tercera mujer Margarita está encerrada en el baño, completamente inmersa en su regalo de navidad, ejemmm, sin comentarios. Así que como veo que el único que queda para dar el cayo soy yo, os tendréis que contentar con mi humilde y siempre partidista opinión. Intentaré ser lo más fiel posible a los hechos y sensaciones que me ha provocado este tercer encuentro con los Henrickson.....

¡Spoilers!

Después de una primera temporada de introducción, donde conocimos de manera exquisita a la peculiar, complicada, y necesariamente organizada familia Henrickson, y su esquiva relación con una sociedad americana siempre inquisitiva y prejuiciosa. Y tras una segunda llena de intensa oscuridad donde los guionistas pusieron toda la carne en el asador, llevando a sus protagonistas al mismísimo centro del huracán polígamo. Esta tercera es otro (coherente) paso más hacia delante en ese desconcertante universo multi marital llamado Big Love. En esta ocasión asistimos a las primeras fisuras que se producen en esos tres pilares con los que se sostiene esa complicada estructura familiar. Argumentalmente dividida (aparentemente) en dos partes, la primera pone a sus miembros en la encrucijada de aceptar una nueva cuarta esposa. Esta trama que ya venía pisando fuerte desde su segunda temporada, nos deja algo insatisfechos por su precipitado cierre, y sobretodo por haberse desecho de un personaje que sin duda podía haber dado mucho más de sí. A cambio nos ofrece un frenético y oscuro desenlace final al antiguo conflicto de los Grant con una Nicky que se convertirá de aquí en adelante en la auténtica estrella de este tercer Show.

En la primera mitad de esta estupenda tercera temporada, la serie se vuelve algo indecisa y dispersa ofreciéndonos algunas historias algo “culebrinescas” como por ejemplo la del conveniente embarazo y posterior aborto de la hija de Bill y Barb. Está más que claro que los guionistas estaban preparándole la salida de la serie a Amanda Seyfried (Sarah Henrickson), la cual se producirá (sí nuevas noticias no nos dicen lo contrario) tras los primeras capítulos de la cuarta temporada. Esta y algunas otras tramas secundarias, a pesar de ser de lo más entretenidas y solventes, solo sirven para empujar la serie hacia delante, y ponerla justo donde pudiera despegar de nuevo. A partir de ahí, la búsqueda de una carta ficticia (sensacional McGuffin) que se supone demuestra la aceptación por parte de la iglesia a la unión polígama, arrastrará a los personajes principales a una carrera frenética, llena de secretos, muertes y frustraciones que acabarán por pasarles factura a todos y cada uno de sus personajes, en uno de los finales más cautivadores y deslumbrantes que se han hecho en los últimos tiempos. La muerte de la segunda esposa del hermano de Bill, será la mecha que encienda el huracán que se avecina después. La pérdida y la nueva búsqueda de la fe de Barb nos trasportará a un enigmático y sugestivo juego de espejos eclesiásticos, donde veremos a una iglesia católica de lo más tenebrosa y lúgubre. Y finalmente la infidelidad contenida de Nicky, y su brújula emocional partida en mil pedazos, dejarán a la apasionante historia de los Henrickson en un punto de inflexión, tan lleno de dudas y sueños perdidos que recuperar, que solo el futuro será capaz de devolvernos esa sólida y apacible apariencia familiar que reinaba en su primera temporada.

Post data: Por cierto mi tercera esposa Margarita acaba de salir del baño y dice que su nuevo secador de pelo funciona de maravilla.

2 comentarios:

  1. No puedo leer la entrada porque solo he visto la primera temporada, pero es una serie muy interesante. Ya tengo muchas ganas de ver la segunda, pero como tengo tantas series por delante...ademas, las joyas a mi me gusta dosificarlas, que leugo se me terminan en un suspiro.

    Saludos!

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  2. Un telespectador más: Para mí la segunda es la que más me gusta, sobretodo por su oscura intensidad. Algunas escenas rozan él genero de terror.

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