Mi primer encuentro Sobrenatural.

Hay veces que crees que una serie no te va a gustar ni en un millón de años. Sin duda Supernatural fue una de ellas. Sin embargo había algo escondido detrás de esa imagen de serie superficial-fantástica-juvenil que me atraía sin remedio. Así que aventurero yo, me preparé el piloto en una noche lluviosa y oscura (como debe ser), y me lance a mí mismo el reto de encontrar algo de petróleo en ese árido y yermo universo de monstruos y seres demoníacos. Como me imaginaba el batacazo fue de los grandes. Una historia plagada de clichés y unos personajes más planos que una hoja de afeitar me cortaron el rollo enseguida, y tras la finalización de su aburrido visionado, cerré el chiringuito y a otra cosa mariposa......

Pero dio la casualidad que años más tarde, a mi despreocupada cabeza le dio por hacer un blog de series. De esta manera llegué casualmente hasta esta comunidad en la que hoy me encuentro (nuestro pequeño rincón seriéfilo), donde pronto empecé a comprobar (para mi sorpresa) que la serie de los hermanos caza demonios se había convertido en uno de los mayores éxitos de la blogosfera televisiva. Puede que tenga muchos defectos, pero como el orgullo no es uno de ellos, decidí hacerle caso a esa frase que tanto me gusta que dice, “cuando el río suena, serie buena lleva”. Y fue así finalmente como acabé dándole una segunda oportunidad a los Winchester, deseando que esta vez fuera capaz de disfrutar de toda esa intensa mitología de la que todo el mundo hablaba..

Los primeros episodios mantuvieron la misma constante y estructura que el piloto y mi moral inmediatamente comenzó a emitir señales de alarma. Tan solo el cuidado y oscuro ambiente que envolvía a la serie en todo momento, conseguía captar mi atención más allá del simple y anodino entretenimiento. Cada nueva entrega se convertía en un patoso ladrón de ideas ajenas, y sus personajes todavía andaban demasiado anclados a sus referencias más triviales. Sin embargo a partir del quinto capitulo (Bloody Mary) mis perspectivas ya algo ojerosas y cansadas empezaron a recuperar el entusiasmo. A pesar de que la serie todavía arrastraba muchos defectos de base, este interesante episodio y sobretodo “Hogar” y “Manicomio” comenzaron a mostrar algo más que un simple catalogo de tópicos y arquetipos. Gracias a una mejor tensión narrativa, a un mayor cuidado en los detalles, y sobretodo a unos protagonistas con algo más de chispa, la serie conseguía dejar atrás la superficialidad de su propuesta inicial, e iba tejiendo poco a poco toda esa mitología propia que había estado buscando infructuosamente a lo largo de sus primeros episodios.

“Fé” “Pesadilla” “Los Benders” y “Casa infernal” no hacían más que confirmar esta interesante tendencia hacia un universo propio, alejándose de esta manera de los esquemas más recurrentes a los que había estado encorsetada desde sus inicios. Tan sólo unos finales precipitados y algún que otro giro previsible seguían lastrando una historia que si bien podía dar mucho más de sí, ya ofrecía las suficientes dosis de entretenimiento y diversión como para engancharte a ella sin concesiones. Sus últimos tres episodios de temporada son una buena muestra de ello. “Sangre de muerto” nos vampiriza llevándonos hasta un arma inmortal con la que matar a cualquier ser demoníaco por muy maligno y poderoso que sea. “Salvación” nos introduce de lleno en el epicentro de su mitología dejándonos con un buen cliffhanger. Y su emocionante final de temporada “La trampa del diablo” acierta de lleno en el corazón de las buenas historias, prometiéndonos un futuro Supernatural maravillosamente oscuro y adictivo.