jueves, 30 de septiembre de 2010

Entre Jekyll y Hyde.

Hacía tiempo que una serie, en este caso en versión mini, no me clavaba a la butaca como lo ha hecho esta nueva vuelta de tuerca al clásico del doctor Jekyll y Mr.Hyde. Después de introducirme recientemente en el universo Steven Moffat a través de otro Doctor llamado Who, no podía dar un paso al frente mayor y más significativo que el que he dado ahora, al disfrutar de esta grandísima mini-serie, que me termina de confirmar por completo la valía de este excelente creador británico. De esta manera ya puedo decir bien alto y sin ningún miedo a equivocarme que este Moffat es un autentico genio de los diálogos, y un verdadero y eficaz malabarista de la imaginación compartida, capaz de combinar géneros y referencias sin el más mínimo atisbo de repetición o copia en su mezcla. Así pues este Jekyll hiperactivo e híper-monstruosamente encantador se convierte en un autentico disparo a la cabeza y al corazón del telespectador, que obliga a uno a devorar sus seis episodios como si el mañana nunca hubiera existido. Por ello, después de ese feliz y adictivo empacho de ingenio, a continuación el pertinente vomito de todo lo sucedido y sentido. Tengan cuidado no vayan a mancharse con muchas de mis sucias elucubraciones….

"Este es el careto que se le pone
cada vez que se coge un buen mosqueo"
Las imágenes iniciales del primer episodio nos introducen de lleno en el corazón del relato, sin más intención que la de ofrecernos desde el principio un producto que sea lo más directo y entretenido posible. Así pues, desde ese original y certero punto de partida se va reconstruyendo poco a poco la historia como si se tratara de un puzle lleno de trampas que uno debiera ir sorteando a cada paso. Y es que uno de los grandes aciertos de este primer capítulo es que las primeras idas y venidas de nuestro protagonista no son más que las consecuencias de las acciones de un Hyde que vive agazapado y oculto entre las sombras de la mente de su alter ego. Su aparición estelar, en un destartalado callejón de un Londres frío e impersonal, es toda una hazaña de contención y descaro interpretativo, el cual nos incita a pensar que una de las grandes virtudes de la serie estará indudablemente asociada a la endiablada y descomunal interpretación de un James Nesbitt que se desdobla aquí hasta límites insospechados. Disfrutar de dicha actuación es uno de los mayores placeres de la serie, junto con el hecho de que su personaje juegue constantemente al gato y al ratón consigo mismo y con nosotros. De esta manera se logra multiplicar la diversión hasta el infinito, y de paso se alcanza un crescendo constante en la historia que aumenta todo su poder de fascinación con cada capítulo ofrecido.

"La desesperación del Doctor Jackman por controlar
a su otro yo, está exitistamente bien retratada."
Si la impresionante interpretación de su protagonista, y su adictiva trama llena de giros y amagos constantes son dos de las grandes virtudes de la serie, sus otros aspectos tampoco es que se queden atrás. Jekyll es también escandalosamente hábil a la hora de mostrarse a sí misma desde varias miradas tan diferentes como interesantes. La narración con constantes saltos temporales y atemporales, y sus exquisitos y sincronizados reajustes de guion, no hace otra cosa que estimular el misterio desgranándolo sutilmente con pequeñas dosis de incertidumbre y dinamismo. Fresca, espontanea y subversiva, la serie nunca deja de sorprender, en gran parte por esa sensacional forma que tiene de retorcerse y descubrirse ante nuestros ojos. Una mirada que aunque pueda llegar a ser algo desordenada (que no confusa), e incluso algunas veces excesivamente inquieta, en ningún caso logra impedirse que ésta acabe siendo tan limpia como intensa.

"Tocarle las narices al Doctor Jackman
no suele acabar demasiado bien"
Si antes he comentado que Moffat es un genio de los diálogos, es porque su capacidad para hilar frases ingeniosas e imaginativas queda aquí completamente constatada. Cualquier escena, por pequeña que sea, goza siempre de una profundidad mayor debido en gran parte al poder de las palabras que pone en boca de sus personajes. De esta manera cualquiera de ellos logra ser lo suficientemente atractivo y locuaz como para no pasar desapercibido, llevándose la mejor parte de dichos diálogos un Mr.Hyde que se convierte de ese modo en la auténtica estrella del Show por derecho propio. Por último, pero no por ello menos importante, también habría que resaltar la magnífica banda sonora de la serie. Las notas de la compositora Debbie Wiseman, terminan por crearle la atmosfera perfecta al relato, llenando a este de multitud de matices y detalles sonoros. Así pues, el misterio que encierra la historia, y la desesperación de su protagonista, son magistralmente acompañados, por unos tonos musicales que muchas veces llegan a rozar lo sublime.

Por todo lo que he dicho y muchas más cosas que se queda en el tintero de mi cabeza, situarse entre Jekyll y Hide, se convierte de este modo en toda una experniencia que no debes perderte si eres uno de esos seriéfilos que todavía no ha visto la serie. Para los que ya la vieron ¿a que tengo razón?

5 comentarios:

  1. Está claro que Moffat y Nesbitt forman un tandem increible y la miniserie es una vuelta de tuerca del personaje excelente.

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  2. Satrian: Ahora me voy directo a por Sherlock.

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  3. Recuerdo que al principio no me atraia nada. No se muy bien quien me convencio de darle una oportunidad y desde luego no puedo estarle más agradecido. Sin duda mi miniserie favorita.

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  4. A mi me ha dejado loca, no hago más que recomendarla a todo el mundo

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  5. Paco mer: Mi interés por la serie fue creciendo a medida que fui leyendo cosas sobre ella. El último empujoncito creo que me lo dio Nahum con un post muy entusiasta.

    Bel: Esta es una de esas series que hay que recomendar a diestro y siniestro, y más ahora que se aleja en el tiempo.

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