Series contra el síndrome postvacacional.

Aunque mi cabeza aún esté navegando por ese mar croata de indescriptibles colores azulados, el resto de mi cuerpo ya se encuentra aquí en Madrid, y lo que toca es hablar de series. Si os soy sincero todavía ando algo desorientado y perdido siendo mis pies los únicos que guían mi vida andando como locos en busca de nuevos caminos que recorrer, lejos de ese cómodo sofá que en otros tiempos fue su inamovible hogar donde anclarse plácidamente. Mis intereses inmediatos se centran más en sincronizar mis biorritmos viajeros, pausados y relajados pero recientemente inquietos con la esclavitud de una ciudad que en estos momentos (y visto como está el percal) me parece la más gigante e implacable del mundo. Mientras reorganizo un poco mi parrilla bajando capítulos pendientes, recordando entradas antiguas y futuribles, y ajustando algún que otro episodio a las necesidades actuales de mi estado de ánimo, el mundial de futbol parece ser la única alternativa viable inmediata para ayudarme a recuperar mis ganas de sentarme de nuevo delante de un televisor. Eso sí, que nadie se alarme, solo estoy recuperando fuerzas, llenando de nuevo el depósito de las esencias con todas esas palabras que nunca escribí en las semanas que estuve enriqueciendo mis retinas con bellas imágenes que no fueron de series, sino esta vez de un pedacito de mundo que llevarse consigo para siempre. ¡Joder! Creo que me estoy poniendo demasiado melancólico. Tendré que inyectarme algún que otro episodio de The Shield o acudir directamente a los ansiados capítulos finales de Breaking Bad para sacarme de dentro toda esta apatía que amansa mis ganas de poner de nuevo en marcha toda la maquinaria “blogueril” de siempre. Y es que lo tengo claro, series y más series son en mi caso la única receta efectiva contra el síndrome postvacacional. Hablemos en serie abre sus puertas de nuevo.