Cuando a Weeds se le fue la pinza.

El 16 de agosto se estrena la nueva temporada de Weeds. Para los que todavía no hayáis visto el tráiler aquí lo tenéis. Por lo que he podido apreciar en él, la serie vuelve a dar un giro completo a su argumento reinventándose por completo por segunda vez. Lo único que puedo decir al respecto y más después de terminar de ver recientemente su última temporada, es que desde luego lo necesita y con carácter de urgencia. Su anterior “plan renove” (el de la 4ª) me pareció un interesante lavado de cara, que impulsaba a sus personajes a un arriesgado pero certero y a la vez disparatado universo, donde el más difícil todavía se convertía en un laberinto de situaciones que, aunque no siempre eran todo lo sólidas que debieran, siempre terminaban por resultar endiabladamente divertidas. El cambio de escenario le vino de perlas a la serie y aunque algunos personajes importantes se quedaran algo colgados en la transición, en líneas generales Weeds renacía de sus propias cenizas (nunca mejor dicho) manteniendo intacta la misma chispa de siempre. Sin embargo, esta quinta temporada de la que os voy a hablar tras los puntos suspensivos, no ha sabido mantener el nivel de calidad de su predecesora. Todos esos riesgos argumentales marca de la casa, en esta ocasión han terminado por ser catastróficamente aburridos dejando a la serie a merced de un nuevo impulso de genialidad que espero se dé en esa inminente sexta temporada que está a punto de llegarnos. Profundicemos…….

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Para mi Weeds siempre ha sido una dramedia de personajes veleta cuyos agudizados diálogos han marcado la hoja de ruta del argumento, por muy disparatado que fuera éste. El ingenio y la divertida mala leche que contenían sus guiones, siempre fueron lo suficientemente elocuentes como para guiarme a través de una historia que casi siempre ha rozado el límite de la incoherencia sin caer en ella. Así pues el querer continuamente ir más allá de lo esperado se convertía en otra razón más para seguir ilusionado al pie del cañón viendo Weeds, esperando con ansia la última pirueta argumental como si ésta se tratase de una extraña caja de colores distorsionados llena de inesperadas sorpresas. Por todo esto que digo siempre he sido capaz de tragarme lo que me echaran encima por muy arriesgada que fuese su locura, hasta que por desgracia me he dado de bruces con una quinta temporada que no ha sido capaz de interesarme más allá de un par de diálogos bien construidos por episodio.

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¡Algún que otro pequeño Spoiler!

El embarazo de Nancy sirvió como estupendo cliffhanger final de su anterior temporada pero en esta ha sido un constante lastre para un personaje que siempre ha sido la independencia y espontaneidad personificada. El intento por reconducir a su familia hacia la esencia de su núcleo, y su gran falta de curiosidad e iniciativa solo ha servido para empantanar un argumento que siempre ha vivido de una anarquía meticulosamente bien diseñada. Durante esta quinta temporada constantemente da la sensación de que la historia da vueltas sobre sí misma sin ir a ninguna parte, expulsando a sus personajes fuera de ella en todas direcciones, dispersándolos a ellos y sus motivaciones hacia lugares a los que el espectador es incapaz de llegar por mucho que lo intente. La brújula moral que siempre pareció estar escondida pero nunca perdió el norte, en esta ocasión ha sido poseída por el “todo vale” y por ello apenas es incapaz de conducir a ningún sitio que merezca la pena. De esta manera personajes como Celia o Doug se convierten en simples marionetas en manos de sus creadores, sobrepasando en la mayoría de las ocasiones los límites del más absoluto de los ridículos.

En cuanto a los nuevos secundarios como Pilar Zuazo o el que protagoniza la cantante Alanis Morrissette aportan más bien poco a los ya conocidos, y éstos ,especialmente Silas y Andy andan tan ensimismados y dispersos en la trama que parecen fantasmas de una función que no fuera con ellos. Quizá el inminente trastorno de personalidad del hijo menor de los Botwin sea lo más interesante de la temporada, al dar como resultado un cliffhanger de lo más prometedor, que quizá sea el preludio de un futuro que vuelva a poner en su sitio todo este desaguisado narrativo en el que se haya envuelta la serie. Seamos optimistas, en realidad la chispa continua estando intacta, solo hay que volver a avivarla con un poco más del viejo ingenio de siempre. Crucemos los dedos y los corazones porque así sea.