Las moribundas crónicas de Sarah Connor

Me gustaría saber como he llegado arrastrándome hasta al cuarto capítulo de la segunda temporada de las Crónicas de Sarah Connor. Y subrayo arrastrándome, porque os aseguro que los últimos visionados de la serie ya empezaban a producir auténticas rasgaduras a mi cuerpo y graves daños a mi vista seriefila. Casi toda su primera temporada la pasé buscando a tientas algún lugar donde agarrarme desesperadamente, hasta que por fin pude sujetarme con fuerza a sus capítulos finales. Conseguí hallar esperanza en un par de giros y algún que otro desenlace interesante, e ingenuo de mi, de nuevo me convencí de que estas crónicas de una tal Sarah, solo podían ir a mejor. Hace un par de semanas, me armé bien con ilusiones recién renovadas, una en cada mano como si fueran pistolas, y me enfrenté de nuevo a este Terminator catódico. Tras su primer capítulo ya estaba claro quien perdería el enfrentamiento de la diversión, y quien ganaría la batalla del despropósito.....

Me gustaría saber ¿cómo una serie puede desaprovechar una historia tan buena, negándose a utilizar los regalos que las primeras películas ya le habían entregado? ¿Cómo es posible que un material tan potente como el que los guionistas tenían entre manos, acabe convertido en una historia llena de clichés y estereotipos? Y lo que es aún peor, no es solo que llenen la historia de incoherencias, y se carguen buena parte de sus referencias cinéfilas, sino que además consiguen que con una trama tan interesante como esta uno se aburra hasta decir basta. Las respuestas a estas preguntas están claras. Empezando por unos errores de casting muy evidentes, con la excepción de Summer Glau (la terminator), la cual creo que sostiene con bastante dignidad un personaje que no da más de si. El resto del elenco de actores hace aguas por todas partes, menos mal que no hay nada de química entre ellos porque sino hasta podrían salir ardiendo. En especial el joven John Connor, que más que salvar a la raza humana de las maquinas, primero tendría que salvarnos a todos nosotros del aburrimiento total. Aunque dejando los chistes malos a un lado, el verdadero problema no está en los actores, sino en unos guiones superficiales e incongruentes que tan solo logran ponerse interesantes cuando son capaces de llevarnos hasta el corazón del origen de la historia. Es justo ahí, cuando nos reencontramos con las películas de James Cameron, que la serie comienza a merecer la pena. La banda sonora adquiere todo su grandeza, los diálogos se cargan de filosofía, y hasta las escenas de acción nos devuelven algo de nuestra infancia perdida. En cambio cuando la serie se dispersa en subtramas paralelas, o cuando intenta alterar el espacio-tiempo hasta limites que rozan lo absurdo, Las Crónicas de Sarah Connor se convierte en una pantomima densa, tediosa, y hasta irrisoria, capaz de desmotivar al más entusiasta de los mortales. Es una pena que un argumento tan fascinante como este acabase en las manos de unos señores con tan poco talento. La serie está tan llena de tópicos que parece escrita por un ordenador, y es que si de algo carece esta historia es de alma.